Si
damos por sentado que la confesión es una necesidad impostergable,
entonces, ¿de qué secreto lugar surge?, ¿es su lugar el diván o la
sobremesa?, ¿debemos entregarnos a ella? Son preguntas que quizá no
tengan contestación, pero que pueden dar pie a un debate interesante.
María Soledad Calero, exponente de esta corriente, nace en Stanford,
California, Estados Unidos el 30 de septiembre de 1953. Estudió en el
Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. En el 1991
publicó “Melo Muñoz, ¿una nueva esperanza?”, una biografía no autorizada
de la entonces candidata a la gobernación por el Partido Popular
Democrático (PPD), Victoria Muñoz Mendoza. Su primer poemario “La Hija
de Geppetto”, se publicó en el 2009 y en el 2010 fue Premio Finalista de
Poesía del Pen Club Puerto Rico. De pequeña, decidió que iba a ser
periodista, oficio que practicó (periódicos y agencias de noticias)
durante más de 25 años. Actualmente forma parte del Grupo de Prensa del
Taller de Fotoperiodismo y tiene en preparación su tercer libro, y
segundo poemario, “Nanas de leche y hambre”
Lynette Mabel Pérez: ¿Porqué La Hija de Geppetto?
María
Soledad Calero: Es un juego de palabras. Soy la hija de Geppetto, un
poco Faustina de los Ríos y un poco María Soledad Calero, y en ese juego
de quien soy o a quien quiero dejar ver en mis poemas, llegó la idea de
ser hermana de Pinocho. Es para no saber “si me crece la nariz cuando
miento”, por estar entre esas dos personas. El título del libro surgió
en una tertulia entre amigos en la sala mágica de la casa de Mairym Cruz
Bernal, en la que participó mi amigo Max Resto, quien hizo unas
aportaciones bien valiosas.
Lynette: Literatura confesional y María Soledad Calero. ¿Cuán importante es la confesión para ti?
María
Soledad: La confesión es la base de mi poesía, de hecho, siempre he
escrito desde la confesión. Especialmente desde que tomo talleres de
poesía con mi maestra Mairym Cruz Bernal. Para mí la poesía y la
confesión van de la mano, empecé a escribir para confesar pecados,
padeceres, pesares y expulsar el dolor contenido tantos años. Me parece
que con mi poesía quisiera cobrarle a la vida lo que me ha sucedido.
Lynette: Intertextualidad, ¿está presente en tu poesía?
María
Soledad: Definitivamente, en muchos poemas traigo al presente los
cuentos con los que crecí como Blancanieves, Rapunzel, que me ayudan a
puntualizar y a tratar de darle un giro más liviano a algunas
confesiones.
Lynette: El cuento de hadas y la poesía, en algunos
de tus poemas está la alusión a lo maravilloso, por ejemplo, Geppetto y
Blancanieves, ¿a qué se debe?
María Soledad: Quizás a que la
realidad me ha sido muy dura y necesito salir un poco de esa carga tan
pesada y dejarme ir por lo maravilloso. Creo que me alivia el peso del
dolor.
Lynette: Mujer y poesía, ¿cómo interactúan en tu poemario?
María
Soledad: La poesía es el vehículo que le da movilidad a la mujer que
soy para poder existir. Opino que la poesía me redime y me dio las
fuerzas que necesitaba para seguir a pesar del complejo de inferioridad,
la timidez, las inseguridades. Muchas mujeres compartimos estos
sentimientos que nos aplastan y pienso que se pueden ver reflejadas en
el poemario. En mi caso, los poemas le dan fuerza a la mujer, mientras
que la mujer se vale de los poemas para obtener la fuerza que exige el
denunciar y levantarse.
Lynette: ¿Cuáles son tus influencias?
María
Soledad: Hay varios poetas que me han impresionado mucho como Sylvia
Plath, Ann Sexton, Fernando Pesoa, Charles Bukowski, Alfonsina Storni.
Tengo la ilusión de haber aprendido algo de ellos. Claro, esos son
zapatos que me quedan grandes, pero quisiera pensar que algo de ellos se
me ha quedado.
Lynette: ¿Cómo se delinean los males sociales en La Hija de Geppetto?
María
Soledad: En el poemario están incluidos problemas sociales como la
violencia, el abuso sexual en la familia, el alcoholismo, las
enfermedades mentales, el suicidio. Desde el primer poema se deja
establecido el tono, y así los males sociales van saliendo unos
mezclados con cuentos de hadas, unos quizás son más crudos que otros.
Pero se establece esta línea. He atravesado por muchas situaciones pero
entiendo que el humor me ha salvado. Me gusta estrujarle al mundo en la
cara mis desventuras, como para cobrárselas, pero también me gusta reír y
que mis amigos rían conmigo.
Lynette: ¿Qué papel juega la musicalidad en tus versos?
María
Soledad: Es una manera de puntualizar lo que quiero decir. Es como un
mantra, para que la persona que lo lee no se le olvide. A veces me sale
sin querer, otras lo trabajo. Me gusta resaltar palabras o versos de
esta manera. Tengo la ilusión de que queda bien.
Lynette: ¿Hay poesía experimental en “La hija de Geppetto”?, ¿experimentación de temas o lenguaje?
María Soledad: Realmente no sé, creo que no porque la poesía confesional no es nueva.
Lynette: Háblanos de la oscuridad y los miedos en tus versos.
María
Soledad: Pues hay mucha oscuridad y un vagón de miedos. La oscuridad
es el túnel en el que guardé violaciones, golpes, abusos físicos y
verbales, noches de alcohol. Vivencias que estaban ataponadas en mí.
Estas vivencias me causaron muchos miedos, como el miedo a las esquinas,
como en la que me arrinconó mi abuelo, miedo a no saber cómo evadir o
evitar palizas, miedo a las injusticias. Esta gama de sentimientos
salieron a borbotones en La Hija de Geppetto. Creo que las redondeé en
el poema “Carta de Agradecimiento”.
CARTA DE AGRADECIMIENTO
Agradezco todas y cada una de las violaciones.
No importa el roto.
No importa si fue con la mano o con un órgano.
Agradezco el sexo con saña.
Agradezco cada una de las palizas
y cada uno de los azotes
cada uno de los insultos
cada uno de mis miedos.
Agradezco no tener dónde esconderme.
El que me haya tumbado la puerta.
Agradezco cada uno de los gritos.
Agradezco mis borracheras.
Haberme fumado lo legal y lo prohibido.
Agradezco cada insulto solapado o sin disimulo.
Agradezco las traiciones suficientes.
Agradezco el dolor la desesperación el vacío
Agradezco todo lo que me pasó.
Porque con ese material construí las columnas
con las que me levanto.
“Carta de agradecimiento” es parte del Poemario “La hija de Geppetto”
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