jueves, 20 de agosto de 2015

TRAS EL RASTRO: CAUSA Y EFECTO


Angelo es el autor de "Causa y efecto"
La colección que tenemos en nuestras manos consta de trece cuentos, no queremos reseñarlos todos, solo darles un tentempié que les pique la curiosidad, amigos lectores. Hablaremos de dos de ellos. Causa y efecto es un concepto científico que nos habla de la causalidad. Todo efecto tiene su causa, pero estos deben ser analizados en función a ella.  En La entrega, la misma acontece luego de par de copas demás y esta no ocurre tal como se esperaba. Cuestión de causa y efecto. ¿Mejor o peor de lo esperado? Pues como suele pasar con estas cuestiones... todo depende del cristal con que se mire. Para algunos ojos podría ser una experiencia desastrosa, para otros comiquísima y para otros tantos un merecido castigo. Hay muchos ojos que se replegarían en la reflexión, ojos científicos que sabrían ver más allá de los guiños del autor.  Pedidos es un cuento que explora la técnica del objeto encontrado, me trae reminiscencias poeinas, específicamente de su "Manuscrito hallado en una botella". Cuestiones de atmósfera, me parece. Poe era experto en cosas perdidas o robadas o encontradas. En Pedidos lo perdido, robado y encontrado se amalgaman. Los fenómenos naturales y sobrenaturales son complicados, se superponen, lo que hace difícil rastrear su causa y el orden en que se dieron. Este cuento empieza con una lámpara encontrada, un genio que concede deseos y unos pedidos del amo. Hasta la llegada de Jenny los djinn eran considerandos entes malvados parecidos a demonios. Eran similares a los afrits árabes o africanos, esos vampiros que podían encontrar y alimentarse de esa última gota de sangre en la arena, sangre derramada de forma violenta. Y hacerse sólidos. Convertirse en amenaza. Los djinn también son capaces de buscar y encontrar los deseos más secretos, los anhelos más oscuros del ser humano. Y hacerlos realidad. Sin embargo, nada bueno surge de esos pedidos y su realización. Los pedidos del amo son la causa de la desgracia familiar, ¿o lo es su insatisfacción?, ¿la de su esposa?, ¿la de la familia? Rastrear la causa no es sencillo, lo encontrado por el amo, lo robado por el genio y lo perdido por los esposos se amalgama en un apretado nudo dentro de la garganta. Casi toda la colección nos lleva a la reflexión, con su toque picante, por supuesto. El autor adereza muy bien su prosa.

 El libro de cuentos "Causa y efecto”

viernes, 14 de agosto de 2015

HÚESPED NOCTURNO





Mis ganas se desbordan 
sobre los atrios de mi lecho.
Quién eres, que provocas las erecciones 
de mis vidas olvidadas.
Te siento desgarrando mis adentros.
Vertiendo tus alientos sobre mi sangre 
a punto de bullir.
Pasiones desmedidas colisionan 
contra mis paredes moralistas.
Estoy hambriento de ti.
Un hambre que solo puede ser aplacada 
por la crudeza de tus pieles ocultas.
Vuélcate sobre mis ansias.
Camina sobre la sequía de mis labios 
y derrámate en mi garganta.
Piérdete bajo mis sábanas 
y hállate sobre la rigidez de mis deseos.
Multitud de caricias recicladas hoy 
dejan huellas sobre mis poros.
Vapores que se consumen en mi pecho.
El calor de mi sexo hallando alivio 
en tus papilas gustativas.
Mis dedos abriendo senderos.
Mi verbo se sumerge en la oscuridad de tus laberintos.
Abre tus compuertas y sacia mi sed 
con la espesura de tus anhelos prisioneros.
Mis vertebras se estremecen 
con cada choque de piel contra piel.
Mis deseos convulsionan 
queriendo escapar de su encierro.
Átame entre las fortalezas de tus piernas.
Lánzame al olvido de tus calabozos vaginales.
Renuncio a mi inercia una y otra vez.
Soy solo un huésped nocturno 
entrando y saliendo de ti.
Deja que mi boca recorra tus pechos,
que mi lengua desfallezca 
sobre la vitalidad de tus pezones.
Tus labios ocultos se contraen 
atrapando mis libertades.
Exhalo un último suspiro 
y siento que se me escapa la vida.

miércoles, 12 de agosto de 2015

INVASORES



(Lynette Mabel Pérez y Antonino Geovanni)


"Todo ángel es terrible".

Rainer María Rilke

 ― Estoy colérica. La furia invade cada una de mis neuronas. Soy ira en estado puro. Maldito sueño. Una sarta de sandeces. Será pan comido. Ufffffff, casi puedo oírte decirlo. Lo mucho que disfrutaré pateando a esa idiota. No sabes cómo me gusta que me subestimen. Eso siempre juega a mi favor. La haré picadillo. Así es como me gustan las perras. ¿Acaso crees que estoy salivando por ti? Pues piénsalo otra vez. Aunque te imagines lo contrario, no soy tu maldita perra. El disgusto es mutuo. Maldito invasor de sueños. Sé bien porque estás aquí, como el demonio invasor que eres, decidiste entrar en mis sueños. Nada más fácil que matar ángeles. No puedes estar más equivocado. He oído hablar mucho de ti. Sé como empiezas el ataque. Me conozco todos tus trucos. Por esta vez no te saldrá todo según lo planeado. Yo tengo el elemento sorpresa a mi favor. Te he estudiado. Crees que sabes todo sobre los ángeles. Los demonios son tan soberbios. Eso los pierde. Los ángeles fingimos humildad. Nos hacemos los sumisos, pero yo también sé invadir cubiles, entrar sin permiso en los sueños de los otros. Los demonios nunca se lo esperan. Tengo la daga preparada. Sé que tú también. Eso no me sorprende. Los demonios siempre van armados. Lo inesperado es que yo la lleve. Adrameleh, ya va siendo la hora de que te des cuenta que yo también puedo ser terrible.

― Después de todo tú podrías ser terrible, ja, ja, no sé si reír o llorar, pues tu angelical maldad no logra ahuyentar mi sueño. Me llamas invasor, ¿Cómo puedo invadir lo que siempre ha sido mío? ¿De qué te sirven los rumores y leyendas que te han contado sobre mí? Tú no me conoces, pero yo sé bien quién eres, pues te conozco desde tus raíces hasta tus malditas ramificaciones. Por lo tanto, deberías saber que para mí no existe el elemento sorpresa, ven con tu daga o con tu espada, si quieres ven con el ejército de los cielos, pero nadie, ni siquiera la sombra del altísimo te protegerá de mi embestida. ¿Acaso piensas que soy el tonto de Abaddona y que me arrepiento de mis vilezas? Retrocede antes de que desgarre tus vestidos y te despoje de la ternura celeste de tu maldito nimbo. Ve y cobíjate bajo su sombra y quédate allí por siempre, pues de lo contrario te llevaré a conocer las penumbras de la mortalidad. Disfruta la gloria de ser inmortal y sigue entonando tus cantos al cielo, pues sé muy bien que no querrás conocer las sombras del viejo Agramón. Abandona tu batalla perdida o te arrancaré las alas y te convertiré en hija de hombre para que seas alimento de las pasiones de Araziel. Deja tu daga, tu espada y póstrate ante los pies de tu señor Adrameleh, pues yo te mostraré las bondades de los caídos y te sentarás a mi diestra como la gran señora. Los pueblos te adorarán, los caídos te harán reverencias y yo te llenaré de tanta gloria que no recordarás el maldito coro celeste. Abraza tu maldad y siente el calor de los infiernos que añoran la fuerza de tu espíritu. Te mostraré libertades que no conoces, destruiré las cadenas que te atan al suplicio de la servidumbre divina, serás servida en lugar de servir, serás venerada en lugar de venerar. Convertiré tus noches en días y tu espíritu brillará más que los siete soles. Ríndete y únete a mí o lucha y se destruida. Si decides luchar, tu existencia se convertirá en polvo y sólo serás la perra perdida del desierto.

― Claro que puedo ser terrible. Crees que puedes desmocharme impunemente la punta de las alas. Arrancar cada una de mis plumas. Tendrás que replanteártelo. La mortalidad ya la conozco y no me asusta. ¿Tuya? Las ganas que te invaden. Los demonios siempre quieren comer carne de ángel. Empero yo soy incorruptible. Me imagino que nunca has estado ante una de nosotras. Piensas que me conoces. Que puede seducirme el hambre secreta de Araziel. Dime ahora quién cree en rumores. Apenas has rozado la superficie. Yo soy una Abdals y ceder no entra dentro de mi vocabulario. Crees que soy, acaso, como Uriel. Pues estás muy equivocado. Vade retro, demonio. Escucha avanzar al coro de los dominios y tiembla. No alcanzarás a ver el vestíbulo de Adiel. En cambio te están deparados los dominios de Abbaton. La muerte no te será suficiente cuando te enfrentes a Agaf. Voy siempre un paso delante de ti. Así que teme, más que nada a mi daga. Es dura y afilada. Contiene la violencia latente de la bondad y contra eso no puedes hacer nada.

― Has dicho que no alcanzaré a ver el vestíbulo de Adiel, ¿Acaso se supone que tal hecho haga brotar lágrimas de mis ojos? ¿Quién te ha dicho que quería alcanzar el séptimo cielo? Te diré que ni siquiera el primer cielo me interesa, lo visto es lo visto, y lo vivido; lo vivido. ¿No sabes que puedo estremecer los malditos cimientos de tu cielo y cargar en mis bolsillos sus falsas calles de oro y embriagarme en sus mares de cristal? ¿Osas amenazar mi existencia con tu dura y afilada daga? Deberías saber que la fuerza para matar no yace en la daga, sino en el corazón del que la empuña. Según dices, no podré hacer nada en contra de la violencia latente de la bondad. ¿Acaso soy yo la presa que necesita de tu clemencia o soy el depredador dispuesto a desgarrar tu alma sin vacilación alguna? Sí, mía, si esa fuese mi voluntad. Me hablas de Abbaton, ¿Es que no has escuchado que sobre sus dominios derramé mis fluidos e hice de sus tierras un lugar lleno de infertilidad? Pobre chiquillo que le teme a su propia sombra y que su lecho humedece con el dolor que yo le he provocado. Tu inocencia ha malinterpretado mis intenciones, pues jamás podría desmochar la punta de tus alas, ya que lo que quiero es arrancarlas de raíz para que seas condenada a vagar errante sobre el suelo. Hoy camino junto a Azazel y sus doscientos ángeles caídos, sí, aquel al que el gran Yahvé temía y por quien hizo la expiación en el desierto. Depón tus armas y olvidaré tus faltas, entrégame tu devoción y te mostraré la tierra prometida. Yo soy el pueblo escogido y mi cuerpo tu promesa; quita tus vestiduras pues el lugar que pisas, santo es. Fui yo quien empeñó el arca del pacto por una copa de mosto. Te despojaré de tu blanca vestimenta y te haré renunciar a tu altivez. Ven, te mostraré los restos de los apóstoles muertos. Abandona tu cielo. Déjame profanar tu sepulcro en las cámaras de mi reino. Escucho el coro de tus ángeles y el clímax se apodera de mis sirvientes. Maldita ramera angelical, abre tu boca y traga mis pecados, en cambio te diré que no me gustan los ángeles crudos, pues los prefiero bien cocidos. Sedúceme con la violencia de tu bondad y muéstrame tus infiernos ocultos. Así sellaremos nuestra alianza. Amén.

― Mi espíritu atravesó en sueños los límites que separan tu infierno de mi cielo. Ahora estoy aquí. En lo profundo de tu cámara. Parada justo a tu lado. Sosteniendo con fuerza sobre tu cabeza mi daga. No debiste escoger nunca la ofensiva. No queda número alguno que contar. La cuenta atrás ha terminado. Ahora el cambio de táctica es obligado. La lucha cuerpo a cuerpo, inminente. Mi densidad aumenta por momentos. He dejado de ser ingrávida. Mis pasos resultan pesados. Parece que mi cuerpo no es del todo ajeno a las leyes humanas. Resulta difícil moverse en este mundo, aun así, con las alas plegadas para poder confundirme con el entorno. Estando tan cerca de ti puedo sentir el olor de tu alma penetrando por cada uno de mis poros. Una gota de sudor se desliza por mi rostro presa de las leyes naturales. Una lágrima se estremece entre mis ojos angelicales. Admiro tu divinidad. Todo demonio fue alguna vez un ángel. Apunto al centro de tu vida. Toda mi fuerza prisionera en la empuñadura de mi daga.

― Allí estaba yo. Totalmente despreocupado. Mi mente divagando sobre marejadas de sentimientos confusos. Entonces tú, como sigiloso depredador que se acerca a su presa; caminabas hacia mí dejando huellas silentes que se perdían en los tumultos de mis pensamientos. Empuñabas tu daga con tu mano derecha. Era tanto el silencio que casi se podía escuchar el latir de tu inmortalidad. Gotas de sudor cubrían la hermosura del rostro que se ocultaba tras tus negros cabellos. Tu blanca piel emitía destellos que iluminaban mis tinieblas. Estabas tan cerca, que podía sentir el aroma de tu alma. Una gota de tu espíritu surcaba tu frente y víctima de la gravedad caía lentamente hacia su inevitable destino. Al hacer contacto con el suelo se estremecieron los cimientos de mis infiernos. Giré mi cuerpo rápidamente. Pude ver mi reflejo en tu mirada. Dos destellos irreconciliables cubrían tus ojos, agua y fuego, cielo e infierno. Tu daga apuntaba a mi vida. Te abalanzaste sobre mí. No me quedó otra opción que empuñar mi espada de bronce, la cual no conoce ni respeta las leyes de la inmortalidad. Era tal la fuerza de tu embestida que utilicé el filo de mi espada para detenerte. Empero tu brutal acometida te lanzó sobre ella hiriéndote mortalmente. Tu mirada se perdía en senderos baldíos y tu fuerza empezó a desaparecer. Tu daga cayó al suelo. La sangre de tu herida se mezcló con tu sudor. Tus rodillas se doblaron ante mí. Al verte desfallecer sentí que mi fortaleza me abandonaba. Mis rodillas también cayeron. Sostuve tu cuerpo entre mis brazos. Quité el cabello humedecido que cubría tu rostro. Nuevamente me vi en la confusión de tus ojos. Entonces sentí que perdía lo único que le daba sentido a mi vida. Ofrecí mi vida por la tuya. Mas tu Dios no pareció escucharme. Cuán impotente me sentí. Yo, Adramelech, el gran presidente de legiones, no tenía el poder para salvar su propio corazón, el cual estaba oculto en el pecho de aquel hermoso ángel. Mi maldad y mi vileza desaparecieron. Sentí que de mis ojos brotaban mares. Me miraste fijamente. Tu boca dibujó una tenue sonrisa. Tus ojos se cerraron para siempre. Fue entonces cuando desperté entre el calor de mis infiernos empapado en sudor y en completa soledad.

― Ya te lo dije. Yo también sé invadir cubiles. Entrar sin permiso en los sueños de los otros. No hubiera querido tener que hacerlo, pero no existe otra forma de vulnerar corazones. No hay otra manera de acercar el cielo al infierno. Esta es la única forma que conozco de hacerte recordar. La inmortalidad debe ser muy triste para los que escogieron caer. Los piadosos tenemos nuestro cielo y no conocemos la densidad de los infiernos. Rara vez bajamos lo suficiente para verlo. Los ángeles casi siempre jugamos limpio, de vez en cuando hacemos uso de nuestros consabidos trucos, pero ustedes los demonios ya los conocen. No se supone que los tomen desprevenidos. Menos un demonio tan poderoso como tú. Esta es mi estrategia. Debo hacerte débil. Todos saben que este es mi modo de matar demonios, cómo podía yo saber que ya lo había hecho, cientos de años matando demonios, para encontrar ahora en uno de ellos un atisbo de bondad. Mala cosa esa. Siento que estoy jugando sucio. Parece que también los ángeles podemos sentir el fuego del infierno a flor de piel. Tal vez esto sea más que un sueño. Una premonición de futuro. Reconozco que por primera vez estoy en desventaja. Peor aún. Lucho a riesgo de perder mis alas y la vida con ellas. En todos los siglos que llevo como guerrera nunca había emprendido una batalla perdida. Los cielos me ayuden, porque no existe la retirada y la rendición no es una opción. Se trata del viejo código de matar o morir. Toda transformación es una inversión. Lo que es arriba, es abajo.
― He exigido tu entrega. Te he exigido deponer las armas. Postrarte ante mí. He querido corromper tu lealtad para que abandones tus cielos y cobijarte entre las sombras de mi reino. He querido destruirte. Despedazar tus alas. No por ti, sino por todo lo que representas, pero he comprendido que mi lucha no es contra ti, ni contra ello, sino contra mi propia divinidad. Ya se cumplen mil años. Puedo escuchar el crujir de las cadenas. El HERMOSO ha despertado. He sentido las garras de Agramón sobre mi pecho. No por temor a perder mi vida, sino por todo lo que me has hecho sentir, un sentimiento confuso y desconocido para mí. He sido un leal servidor de estas tinieblas durante siglos. He hecho mi reino de lo que era nada, pero estoy cansado de luchar. Mis heridas están abiertas y tu azufre ha penetrado mis poros hasta llevar mi alma al punto de ebullición. ¿De qué me vale luchar y ganar el universo si no puedo tenerte? ¿Qué he de ganar con ello? He visto luz donde antes hubo oscuridad. Aunque tu daga no ha herido mi cuerpo, tu voz ha penetrado en mi espíritu. Has estremecido mis cimientos con la belleza de tu piel. Tu hermosa silueta ha cautivado mis sentidos. Las columnas ya no pueden sostener mis dominios. Procuro escapar antes de que mi vida se convierta en ruinas. Toma mis armas. Depongo mi lucha. Me he vestido de blanco en señal de rendición. Toma mi vida, despedaza mis adentros, pero no me prives de tu aroma, ni de la frescura de tu aliento. Seré condenado a vagar en el limbo. No seré aceptado en los cielos. Tampoco en los infiernos. Empero habrá valido la pena el sacrificio. Tu voluntad ha vencido. Mi vida será tu presea, pero yo me quedaré con aquello que me has dado, de lo cual nadie podrá despojarme. Total rendición ante lo que no se puede vencer. Total sumisión a un poder superior al mío. Ya no quiero seguir engañándome. ¿De qué me vale reinar en las tinieblas si soy cautivo de la luz de tu existencia? El demonio más temido ha caído. El gran Adramelech ha sido derrotado en su propio juego. Ironía existencial. El invasor ha sido invadido. He sido vencido. No por hierro o por fuerza sino por un poder del cual jamás podré escapar porque lo llevo enterrado en mi pecho.

jueves, 6 de agosto de 2015

GRIMM Y EL ESTIGMA DE NO SER HUMANOS


Grimm ha sido descrita por sus “fans” como «un drama con un toque policial, un proyecto oscuro y fantástico sobre un mundo en el que existen personajes inspirados en los cuentos de hadas de losGrimm». Esta serie se corresponde muy bien con la teoría del cuento maravilloso o cuento de hadas de Propp. Según él, este tipo de relato cumple unos parámetros  que se distribuyen según unas variables (los atributos de los personajes) y unas constantes (las funciones de estos personajes en la historia). Propp establece siete categorías o funciones para sus personajes: el Héroe, el Agresor, el Impostor, la Princesa, el Donante y el Auxiliar (a menudo mágicos). Aplicaremos parte de este método a la serie.

Los elementos primordiales de la serie son el alejamiento y laprohibición: de parte de los Wesen (en alemán criatura, que son una especie de suprahumanos)  y de los Grimm (que son seres humanos que poseen la Visión, ven el mundo mágico). En cierta forma la indiferencia y el desdén humano hacia el mundo mágico también es una forma más de alejarse de ese otro wesen/grimm. La mayoría de los Wesen prefieren permanecer ocultos por una especie de código que han establecido entre ellos, código que los aleja del mundo y del único estilo de vida que ven como normal: el humano.

Viven dentro de la Comunidad, pero no se sienten parte de ella. No pueden ser ellos mismos por la Prohibición que los condena a negar su esencia mágica a los ojos de la sociedad. También los Grimm tienen su Prohibición. Ellos no se amistan con los Wesen: son enemigos mortales. Hay cuentos que los Wesen leen a sus niños a la luz de una vela, donde la sombra del Grimm es un peligro de muerte para ellos. Por otro lado, las madres Grimm advierten a sus hijos de los “peligros” de confiar en un Wesen y ambas especies saben mantener a los humanos ajenos a esos “peligros”. Ajenos hasta la muerte debo decir, porque hay Wesen que gustan de la carne humana y no siempre habrá un Grimm cerca para salvarlos. Porque los Wesen son los villanos de la historia mientras los Grimm son los héroes. Eso, hasta ese instante crucial, en que un Grimm llamado Nick y un Wesen llamado Monroe deciden que que no todo es blanco y negro. Entonces se afianzan a sus zonas grises, esas que dicen que un Wesen y un Grimm pueden ser amigos. Para efectos de este primer análisis nos enfocaremos en los personajes femeninos de Juliette, Adalind y Trubel. 


Juliette Silverton (interpretada por Bitsie Tulloches la novia humana de Nick y una buena veterinaria. Ella sabe como curar a los animales (y los Wesen son un poco eso) con cariño y tesón. Esas cualidades la prepararán para entender el mundo con el que su relación con Nick la va a enfrentar. Ella es una mujer afable y valiente. No duda en darlo todo por su pareja. Hace sentir a Rosalee y Monroe como una parte de la  íntima familia que integran ella y Nick. No me parece aleatorio la elección del nombre, tan cercano a la tragedia de Shakespeare. Porque al principio este trata de protegerla de ese mundo que considera peligroso y hostil. Un grave error, porque ella es más fuerte de lo que él piensa. No va a quebrarse ante la nueva realidad que se abre a sus ojos.

Es más, sus esfuerzos no hacen más que incrementar una ignorancia del mundo mágico (de parte de ella) que no hará otra cosa que llevarla al borde de la muerte. Porque Adalind, una antigua Hexenbiest, la ataca y ella queda en estado de coma. Igual al que aqueja a las ignorantes princesas (La Bella Durmiente y Blancanieves) que yacen en su lecho de novias/esposas olvidadas de Ellos y de  mismas. Sueño invocado casi siempre por una bruja- hexenbiest, que seguramente ya pasó por ese estadio y no soporta verla/verse. En dicho estado Juliette termina olvidando por completo a Nick. Su miedo de perderla lo llevó a lo que tanto temía. Ella lo olvidó. Y parecería que la va a perder definitivamente al ser rescata por el capitán Renard (un Wesen) quien se somete al proceso de purificación (tal vez la misma de la que habla Storni) a la que debió haberse sometido Nick para poder despertarla con un beso. Proceso que él logra revertir, pero no es eso, sino el conocimiento que adquiere Juliette del mundo mágico lo que la hace tomar la decisión de consolidar su relación con Nick. Ella cumple la función de Princesa, es la ánima de la que habla Jung.

Adalind Schade (interpretada por Claire Coffees uno de los personajes más complejos, lleno de oscuridades.  Ella es una de las más peligrosas enemigas de Nick: trató de asesinar a su tía, usó de rehén al amigo humano de Nick y atacó a su novia. Al ser rechazada tanto en el ámbito romántico como en el filial Adalind decide vengarse: primero deja a Juliette en ese coma místico  del que hablamos, meses después viaja a Vienna, lugar donde conoce y se alía con el medio hermano noble de Sean. Al enterarse de la obsesión del Capitán por Juliette, vuelve y a amenaza a Renard (a quien ama) con decirle a Nick toda la verdad, pero la abogada termina reconciliándose finalmente con él. Al regresar a Europa descubrirá que está embarazada. A medida que transcurre el tiempo de gestación, la  Hexenbiest entiende, que hay otro ser, más importante que ella, y por el cual ella haría lo inimaginable: su hija. Esa será la parte más tierna que conoceremos de la cruel Hexenbiest, porque la maternidad suaviza hasta a las mujeres más fieras. Ella cumple la función de Agresora.

Trubel (interpretada por Jacqueline Toboni) es una joven de 21 años, aunque parece más joven, casi una adolescente. Al igual que Nick nació siendo una Grimm. Aunque es problemática siempre tiene buenas intenciones. Ya lo dice el dicho popular: “De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno” y muy parecida es la senda que le tocó transitar a Trubel.  Pasó buena parte de su infancia de un  hogar a otro. Su familia de acogida no entiende lo que le pasa y ella no es criada conforme a su identidad. Trubel termina en las calles donde acumula antecedentes por violencia y crímenes menores.  Ella se convence (debido a lo que ve) de que está loca, por eso acaba internada en un hospital psiquiátrico. Su vida toma un nuevo giro al toparse con el primer Grimm que conoce: Nick Burkhartd. El mismo se convertirá en su mentor y le enseñará la verdadera naturaleza de su don. Trubel se verá obligada  replantearse lo que ha sido su vida hasta ahora mientras, al mismo tiempo, descubre que no todos los Wesen son malos. Ella cumple la función de Héroe o más bien Heroína. Este es un personaje que apenas empieza a revelársenos. Ya lo veremos crecer en complejidad, como los otros. Ser un Grimm o un Wesen en la serie será  un estigma o castigo que marcará a los personajes de forma indeleble, pero también los hará inolvidables, como lo fueron en nuestra niñez, los de esos cuentos de hadas que nos leyeron nuestras madres. Eso se debe a su carga atávica y promordial. Nunca fue una cuestión de edades.

Hace muchísimo tiempo algunos podían ver la magia, eran creadores y se dedicaban a mostrarles a unos niños de ojos asombrados su espiral. ¿Extraña alguien al cuentacuento? ¿Extraña alguien la fogata y la complicidad? ¿Recuerdan el ritmo atávico del cuento? Si no, pues recordemos. Prendamos la hoguera en la mente y escuchemos a los Grimm.



Bibliografía:

Propp, Vladimir. Morfología del cuento. 5 ed. México: Editorial Colofón, 1997.