Hoy temo a las flores con espinas
porque abren zanjas en los ojos
de los hijos y las hijas de la patria.
Siento como se entierra el puñal
la firmeza del metal en mi costado
porque la desunión es una lanza
que prepara el cordero para el sacrificio
Mayo se asoma tímido por la puerta
porque siente vergüenza ajena.
Me duelen en el costado, compañeros,
porque muchas veces las consignas
sangran la linfa del pueblo atribulado
y la libertad, compañeros, se parece
tanto a un acuario lleno de tiburones
que huelen la sangre en el agua
mientras se abalanzan con furia
sobre los indefensos alevines.
Me desnudo frente al abismo de mi nostalgia,
de espaldas a las meditaciones de mi mente,
alzo mis ojos a la cavilación que me circunda
con sus pasos silentes como ondas en el agua
y desciendo sin prisa a la sombra de mi alma,
porque descender es otra forma de subir,
otra forma de elevarse sobre el infortunio.
Inquiero con vehemencia a las ondas,
no esquivó nada en este descenso implacable,
me enfrento al miedo con su incertidumbre,
sentada a la vieja mesa del olvido
me encontré de nuevo con la memoria,
tonto frenesí el de la muerte
que nos quiere condenar al olvido,
pero este no existe, es un reflejo invertido.
Libo el vino añejo de la duda
y como siempre me doy cuenta
que todo en este mundo tiene dos caras
que luego de descender solo resta subir,
que el olvido guarda dentro de sí
la memoria de una larga vida,
que la duda tiene a la fe de hermana
y que morir toma toda una vida.
Cuánta majestuosidad se admira en sus tintas, por las venas mías transitan sus poesías. Estremece su pluma. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Daniel
ResponderEliminarEs un placer.
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