viernes, 28 de abril de 2023

LOS ROTOS

Yo quiero que se abracen los rotos a sí mismos, con fuerza, inmóviles debido al ansia acumulada, que se rompan con una sonrisa que se columpien en el cordón roto como si saltaran al vacío sin red y si van a tejer redes salvavidas que tejan las redes con saliva para que estas les acunen el miedo. Yo quiero que los rotos renuncien a sangrar por el costado abierto, que bailen en el agua de los lagos como bailan las flores acuáticas. Deseo que se acunen a sí mismos, que se desintegren para integrarse. Son bellas sus extremidades quebradas, aquellas que recogen las flores, las que yacen rotas sobre el pasto.

domingo, 30 de octubre de 2022

viernes, 7 de octubre de 2022

CUENTITOS PARA DORMIR

Nosotros ya pasamos la edad en la que se pide un cuento para dormir. Estamos en esa edad y en ese momento de la vida en que lo que necesitamos es vivirlo. Es más: después de estas décadas en las que hemos andado de corsarios sobre los cuerpos amorosos que nos quitaron el sueño, a cuyo lado despertamos tantas mañanas sonriendo y abrazados, y tantas otras noches evadimos para poder bancarnos el drama de dejar de querer, quizás necesitemos imperativamente este cuento para soñar. De a gotas nos fuimos alejando de esos cuerpos, de los ojos que abruptamente cambiaron de horizonte, de las manos que ya no parecían jardines. Olvidar ¿te acuerdas? Olvidar y luego volver a querer. ¡Con qué persistencia golpeamos las puertas pensando que otra vez se nos pondría la boca como una primavera que arranca desnuda! Pero hoy estamos agotados. Tenemos el beso extranjero ¿sabes? Se nos desbarata como un terrón de azúcar dentro del café, huele a campo, a un paisaje vagamente familiar (pero que no lo es). El beso como un idioma se nos enreda en la lengua y tirita para darse a entender a tiempo. Hoy debería dejarse caer como agua y, ya ves, va con los pies amoratados y con la vista vendada dando tumbos. Te sonrío como a los membrillos que están a la orilla de la ruta, pero dudo y dudas porque somos de los que olvidamos llorando. Tal vez hoy, y quizás por esta vez, podamos dejar el portón abierto y juntarnos en la sala a sonreírnos mientras tomamos un café…

martes, 27 de septiembre de 2022

PÁJARA

El amor es esa golosina que quisieron hacerme comer a los quince, pero que dejé encima de la coqueta a ver si maduraba, creí que era una fruta, de esas que picotean los pájaros. Te dije alguna vez que odiaba la palabra pájara, esa que para ti es tan variopinta. Con la que te refieres a tantas cosas: al órgano, al rostro y a la extraña que te contempla. Siempre me pareció vulgar, pero somos un pájaro de ciudad y una pájara de campo. Un pájaro que busca unos cortos en el ropero y una pajarita que anda desnuda por la casa. Tú eres pájaro de agua embotellada y yo de agua mineral, si no es agua de pozo. A veces hablo en lengua animal y a veces en la de las cosas inertes. Las cosas están en los cajones de la coqueta o en cajas marrones en el piso del cuarto de la computadora. Tal vez nunca termino de mudarme, quizá soy una trotamundos, quizás soy de esas que le llaman raras; de las cajas extraigo canciones de Adele para llorarme en lengua extranjera, como la mayoría de mis compatriotas. Extranjera y extraña deben tener una misma raíz, yo he sido ambas. Mi mundo es el de los gatos recogidos, el de los conejos enanos, el de los perros chiguaguas que le ladran a los buses. Mi mundo cabe en un pañuelo, pero en sus ramas cabe un mundo. Mi mundo es un nidito tibio, ergo soy pájara.