domingo, 7 de julio de 2013

SERENA PLATINA


He perdido un instante en el tiempo.

No logro recordar que estaba haciendo

hace quince minutos.

Mis pupilas tiemblan perdidas.

Me duele ese pedazo epitelial

que llevo en las entrañas.

Estoy dando vueltas 

por toda la habitación.

Aspirando parafina líquida.

Tengo pocas conexiones con el mundo.

Pero me gusta.

Me hace centrarme en mí.

En esas voces que me hablan quedo.

Bajito.

Un hilo de baba se escurre 

por mi barbilla.

Sé que causo repugnancia.

Miedo.

Los especialistas desconfían de mí.

Lo anotan todo en una libreta.

Debe ser tan frustrante para ellos.

No me pueden encuadrar.

Hacer un diágnostico 

para tranquilizar sus conciencias.

La camisa de fuerza 

me aprieta los sueños.

Las paredes se estrechan 

a mi alrededor.

Dejo que hagan 

lo que quieran conmigo.

Me quedo quieta, relajada.

El lente de aumento se concentra 

en mí.

No debo aumentar su interés.

La frecuencia de los choques eléctricos 

en la terapia.

Me hundo 

dentro de ese universo multicolor.

Inversión de esta realidad blanca.

Fractales distorsionados 

pasan ante mis ojos.

Una luz intensa me ciega.

Pupilas dilatadas, iris jaspeados.

Voy haciéndome a la idea 

de que nunca saldré de aquí.

El entorno se funde 

con mi pensamiento.


2 comentarios:

  1. Tiempo atrás, conocí una amiga -brillante en su quehacer- y de un día para otro extravió su mirada. Nunca más fue la misma. La locura me arrebató de una entrañable amiga.
    Bien escrito querida Lynette.

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