La
habitación duerme silenciosa.
Mis
paredes son guardias inertes.
El
aliento me sabe a muerte.
Siento
el dolor de tus últimos pasos.
Escucho
tus últimas palabras.
Son
prisioneras en mi mente.
Me
trago cada rebanada de recuerdo.
Las
digiero hasta llevarlas a mi alma.
Mis
pieles se hacen humo.
Enciende
mi camino.
Nada
puedo ver.
Escucho
ruidos en la distancia.
Se
acercan.
Vienen
por mí.
Se
escuchan el cantar de las cadenas.
Mis
voces huyen.
Me
siento solo entre sombras.
Me
oculto.
Mas
sé me hallarán.
¿Son
ángeles o demonios?
Sus
blancas vestiduras teñidas de rojo.
¿Dónde
estás?
Vienen
por mí.
Acaso
no escuchas.
John
was here, 1979.
Las
letras sobre la pared cobran vida.
Me
hablan sobre ti.
Hablan
sobre mí.
Se
cierran.
Quieren
mi vida.
El
hombre en la cruz se ríe de mí.
Al
menos no terminaré como tú INRI.
Ya
vienen.
Escucho
la puerta.
Veo
la maldad en sus ojos.
¿Quiénes
son?
¿Quién
soy?
Te
necesito.
Ven.
Sálvame.
Date
prisa por favor.
Ya
no hay tiempo.
Me
toman de los brazos.
No
puedo luchar.
Leo
en sus pechos un nombre.
Benítez,
Hospital Mental.
Solo
soy un recuerdo.
Una
huella en el tiempo.
Siento
el metal atravesando mis tejidos.
Las
gotas de su veneno
se mezclan con mi sangre.
se mezclan con mi sangre.
Mis
fuerzas se desvanecen.
Se
cierran mis ojos.
Te
veo bajo mi cuerpo.
Estás
aquí.
Me
place verte desnuda.
Sentir
tu piel en mis labios.
Tus
carnes exprimiendo mis deseos.
Solo
tú puedes lograrlo.
Solo
tú me devuelves la cordura...
Siempre existe un algo, un alguien, que es capaz de devolvernos la sensatez y lucidez en esta vida...Interesante escrito Antonino. Un abrazo para ti y un beso para mi querida Lynette.
ResponderEliminarGracias bella Taty.
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